martes, 11 de diciembre de 2018

¿Qué se cree este huaso? ¿Que va a poder conmigo? Cap II



Tal cual como quedamos paso a recoger a Sofía, ella feliz me recibe, aunque no puedo decir lo mismo de Mauricio, que claro, no está feliz porque su hija va a marchar conmigo y las chicas, pero es Bea la que sabe calmar a la bestia y aunque ella también muere por ir, sabe que no puede.
-Las espero al almuerzo.
-¡Uh!… ¿Tanto me necesitas, Costabal, qué me invitas a almorzar?
-Supongo que no le vas a dar nada sano a Sofía, y como estará contigo, es justo que te alimente a ti también -bufa de mala gana, molestándome.
« ¿Cómo qué nada sano? ¿Qué se cree?»
-No sé si comerá sano o no, lo que sí sé es que de sopa no la alimentaré -le suelto y al ver como Beatriz abre los ojos ya sé que la he cagado.
 No me retracto, pero le cierro un ojo a Mauricio y me acerco a su oído.
-Tranquilo, señor Costabal, que gracias a eso su hija es una de las pocas niñas que ama todo tipo de sopas, lo hizo bien.
No sé si mis palabras lo calman, pero al menos ahora no parece un animal a punto de atacar. Insto a Sofía para que le dé un beso, ¡y al fin nos vamos!
El metro está casi lleno y aunque a mí me incomoda, para ella parece ser toda una aventura, como nos vamos de pie, cada vez que frena nos vamos hacia adelante y jugamos a que vamos en una montaña rusa. Me da igual que la gente nos mire.
Al llegar, se me hincha el corazón de alegría, miles de mujeres reunidas por una sola causa pintando y cantando a la espera de que empiece la marcha.
Como conozco a varias chicas todas me saludan con afecto, y por ende a Sofía, que además le entregan una camiseta y una pañoleta verde.
-Si no quieres usarla, no hay problema, tesoro.
-Sí quiero -me dice amarrándosela al cuello-. Es justo que todas las mujeres tengamos la posibilidad de elegir. Porque no es obligación, ¿verdad?
-¡Claro que no, es decisión de cada mujer!-. Me la como a besos, qué inteligente que es esta niña, a veces creo que es adoptada y no hija de Costabal.
En cosa de segundos llega Claudia junto a Paula, y por supuesto la abrazan también. Como siempre las pancartas son gentileza de Pau.
Al primer pitazo todas nos cuadramos en orden y en fila para empezar a caminar por la Alameda cantando y riendo.
Más niñas se nos unen con sus madres y me siento tan contenta al ver que juntas las mujeres podremos cambiar las cosas. No se trata abortar porque sí, sino de poder dar a todas las mujeres la posibilidad de elegir y que las que no puedan no sean expuestas a la condena social por no tener recursos, como tampoco se trata de ofender a las mujeres que no pueden tener hijos, es solo una opción más, y al menos yo y todo este grupo pacífico así lo entendemos, aunque claro, a decir verdad no falta la que se extralimita, pero bueno, de todo hay en la villa del señor. ¿O no?
Al terminar, cansadas y con sed nos sentamos en el pasto, hasta que de repente suena el teléfono y antes de verlo sé que es el padre que llama para recordarnos el almuerzo, con Sofía nos miramos y literalmente nos acostamos en el pasto riendo; luego sin dilatar más la situación les decimos adiós a las chicas.
Tomamos un Uber no solo para llegar más rápido, sino que porque Sofía está agotada, tanto así que se ha quedado dormida, yo estoy a punto de hacerlo, no dormí nada anoche, y aunque me cueste reconocerlo necesito vomitar esto que siento, aunque no me encanta la idea, creo que Beatriz es la mejor opción.
Como si fuera una muñeca a pilas apenas nos bajamos Sofía se prende de nuevo y empieza a corear las arengas que aprendió en la mañana.
Bea nos abre la puerta y ella corre a mostrarle a su padre su camiseta y pañoleta, ambas la seguimos expectante porque no nos queremos perder la reacción de él.
-¿Qué cosa estás cantando? -le pregunta Mauricio mirándola alucinado. Vale, tal vez no le dije toda la verdad, pero si lo hacía seguro no le daba permiso.
-Nuestro derecho, papi -contesta levantando su pañoleta. En ese momento Costabal me fulmina y yo, cuán valiente que soy avanzo estoica hacia la pelea.
-Tranquilo, no la estoy convirtiendo en guerrillera ni nada, solo…
-Solo la haces marchar a favor del aborto cuando Beatriz…
-Alto ahí -lo detengo en seco-. No seas ignorante, el movimiento no está en contra de los embarazos ni de la vida, ni mucho menos de las mujeres que quieren tener hijos, estamos luchando por el derecho a elegir qué hacer con nuestro cuerpo.
-¡¡Aborto!! -grita un tanto enajenado.
-Sí, aborto -le hago un aspaviento con las manos-, que palabra más terrible. Pero una realidad aunque, tú -lo acuso con el dedo-, no la quieras ver y...
-¡Aborto! ¿Qué hace Sofía aprendiendo de ese tipo de cosas? -escucho que dice una voz de ultratumba desde atrás.
Al girarme lo veo, ¡y cómo lo veo! Todo un toro a punto de atacar, lleva puestos jeans azules demasiado ajustados para mi gusto y una camisa a cuadros rojos que fácilmente podría estar hecha de tela mantel de picnic, aunque a decir verdad, hacen que note sin disimulo lo marcado de su pecho, algo que cualquier mujer querría tocar. Se ve como si perteneciera a otro mundo, y claramente no a la ciudad, ni menos al salón de Costabal. Y ahí es cuando veo a Bea pidiéndome calma. Al ver su incertidumbre aprovecho mi momento de atacar.
-¡Hombre! Pero si es el huaso.
Al oírme de inmediato adopta otra actitud creciendo varios centímetros más.
-Y tú la liliputiense -me responde de mala gana, cosa que me enerva, no soy enana, solo de estatura promedio y un poquito más baja.
-¿De dónde se conocen ustedes?-nos interrumpe Mauricio.
-¿Tu eres el huaso? -alucina Beatriz dejando totalmente colgado a Costabal.
«Por qué serán tan copuchentas las chicas», pienso cerrando los ojos un solo segundo, pero los abro de golpe cuando escucho su voz FM.
-Es la dueña del bar donde vi el partido anoche.
Ahora sí que me miran sin entender nada, y como por supuesto Costabal tiene cero inteligencia emocional es el primero en hablar.
-¿Qué bar?, tú, no tienes ningún bar.
-Por supuesto que no lo tengo -me defiendo y mirándolo a él continúo-, y te lo aclaré muy bien anoche.
-¿Cuándo?, antes o después de…
-¿Pero quién te crees que eres…?
-Pedro García Huidobro -suelta como si nada haciendo que enfurezca aún más, sobre todo al oír la risa de Costabal.
Bea camina poniéndose a mi lado, sé que no entiende nada, por lo general no soy tan borde, ¿o si?
-Me pueden explicar de qué va esto.
-Nada, nada -suspiro-, anoche coincidimos en el bar, punto y final.
-Tu capacidad de resumir deja mucho que desear, chiquitita.
Lo quiero matar de verdad, y antes de pensar lo que voy a decir me defiendo.
-Y tus dotes de “domador” ¡también!
Ahora la que suelta una carcajada es Beatriz, ver la cara de Mauricio no es para menos, si hasta los ojos se le llegan a salir, y eso que yo pensaba que estaba acostumbrado a todo.
Finalmente y solo por respeto cambio de tema, ignorándolo.
-Bueno, aclaradas sus dudas, ¿podríamos almorzar? Sofía debe tener hambre.
-¡¡Sííí!! -chilla la aludida bamboleando su pañoleta.
-Mauricio, no deberías dejar que Sofía se enterara de este tipo de cosas.
Me atraganto, me ahogo y me enfurezco, ¡a la mierda el yoga y mi mantra “mente quieta, espalda recta y corazón tranquilo”!
-¡¿Tú de verdad que eres tonto?! Claro qué debe saberlo, su cuerpo, su decisión, ¿cómo no te das cuenta y no eres capaz de entenderlo?
-Lo único que sé, es que es una niña, y que no debe ver ese tipo de cosas, eso, sin contar con los disturbios que provocan las “Feminazis”
«Ay no, siento que lo mato, pero de verdad»
-Tal vez si las fuerzas especiales…
-¿¡Eres facho!? -No sé si pregunto o lo escupo-, ¿quieres los milicos en la calle?
En este momento Beatriz me toma de la mano y juntas caminamos hacia la cocina, sé que quiere tranquilizarme, pero es que llego a temblar, ¿cómo se puede ser tan retrograda, y en el año en que estamos?
-Calma, Fran. No tomes en cuenta lo que te está diciendo Pedro, él es una excelente persona, un buen amigo, y…un maravilloso padrino.
-¿Padrino? ¿De quién? -casi ni me sale la voz.
-¡De Sofía! ¡¡La princesa se bautiza!!
-¡¡Qué, no, si Costabal ni siquiera cree en Dios!! Y tú tampoco -la acuso.
-Bueno, eso es verdad, él no cree, y yo bueno…, rezo. Pero eso no es lo importante.
-Entonces qué es -ladro  sin entender nada, la cabeza me da vueltas y eso que ni una cerveza me he tomado.
-La decisión es de Sofía, ella quiere hacer la primera comunión, cree en Dios, y para eso debe bautizarse.
-¿En la iglesia y con un cura? -pregunto como una idiota, sabiendo de antemano la respuesta.
Mi amiga, que está divertidísima con la situación ahoga una sonrisa, pero son sus ojos y su actitud la que me dicen que hay algo más.
-Sí, Fran, con todas las de la ley.
Suspiro para tranquilizarme, si es que se puede.
-Tendré que felicitarla entonces y regalarle algún angelito, o lo que sea que se regale en este tipo de cosas, pero una biblia, ni en sueños.
Ahora niega con la cabeza aún más divertida, y antes de que hable, por la puerta entra Costabal diciendo:
-¿Cómo está la madrina del año?
Los miro intercaladamente a ambos, pero me detengo en la figura alta y fornida que me mira con arrogancia desde atrás.
-¿Yo?
-Por supuesto que sí, quien más, Francisca -continua Costabal, abrazándome, ¡a mí!-. Sé que aunque no congeniamos en todo, y pensemos…, diferente, no habría mejores personas para dejarles el cuidado de Sofía si a mí o a Beatriz nos pasara algo, por eso, los hemos escogido a ustedes, Pedro y tú.
Siento que mi corazón se paraliza, la sangre se detiene y mis pulmones dejan de recibir oxígeno.
-Eres como mi hermana, quien mejor madrina que tú para Sofía. Sé que con Pedro harían todo lo posible por…
-Cállate, Beatriz -al fin me sale el alma-, esto no es una película de esas que te gusta ver a ti, no, señora, es la vida real.
-Y por lo mismo es que estamos hablando de este tema, la muerte es parte de la vida -habla Mauricio, y yo… lo odio.
-Sí, pero no porque tu mujer se murió todos se van a morir antes de tiempo.
Un pellizco en el brazo me llevo por parte de mi amiga, y esta vez creo que me lo merezco.
La puerta de la cocina se vuelve a abrir, y como el torbellino que es entra ¿mi ahijada? con sus dos gatos, uno a cada lado.
-Ya te dijo mi papi que vas a  ser mi madrina -se lanza a mis brazos feliz.
Me agacho para quedar a su altura, pongo el cabello desordenado que tiene detrás de la oreja y le digo:
-¿De verdad quieres bautizarte, tesoro?
-Sí, quiero estar con mi mamá cuando me muera, porque ella está en el cielo.
Boquiabierta, perpleja y atontada me quedo, imposible negarle algo ante esas palabras. El huaso “retamboriado” ni siquiera me da tiempo de responder, me toma literalmente de un brazo y con esa maldita voz les dice a todos que nos disculpen un momento, que tenemos que hablar “cosas de padrinos” Al llegar al salón me suelta, me obliga a sentarme y como si fuera un gigante (que lo es, al menos desde la posición en que estoy) me dice:
-Si Sofía quiere bautizarse, deja que lo haga, ¿quién eres para negarle algo a esa niña?, no te das cuenta que ya ha sufrido demasiado, una cosa es que tú no creas en Dios, pero otra muy distinta es que además de meterle cosas en la cabeza te niegues a darle la posibilidad de estar con su madre cuando muera.
Alucino, y en colores.
-De verdad me estás diciendo esto, ¿tú?
-Por supuesto.
-Entérate que tú te irás al infierno.
-Y qué más da, tengo amigos tanto en el cielo como el infierno, chiquitita.
Finalmente y sin muchas ganas de hablar me pongo de pie, todo sea por esa niña que me robó el corazón, y claro, por la descerebrada de mi amiga que no piensa antes de hacer las cosas.
-Mira, soy una mujer civilizada, y por lo mismo en este momento voy a fingir delante de Sofía-. Y dicho esto con mi mejor cara camino hacia la cocina y los miro…, con odio.
-Perfecto, todo solucionado –. Sonrió y aplaudo con sarcasmo-, voy, ¡vamos a ser los mejores padrinos del mundo mundial!
La pequeña chilla, Costabal asiente y Beatriz me abraza, todos felices. Al separarnos resignada pregunto:
-Cuando comenzamos con lo del curita y todo, porque me imagino que habrán charlas y esas cosas, ¿se bautizara a fin de año?
Mudos.
Se miran.
 Y… ¿¡Sonríen!?
Hasta que de pronto escucho y me quedo inmóvil.
-El bautizo será en mi casa, en diez días, en una semana tú y yo nos vamos al sur y comenzaremos con los preparativos religiosos -murmura enérgico, y a pesar de tener ganas de darme la vuelta y cantárselas claras, no lo hago, no puedo, o… ¿no quiero?
Hace mucho que una sensación así no invadía mi cuerpo haciendo que mi corazón se acelere. Pedro tiene sus labios rozando mi oído, siento su cálido aliento en tanto su mano lentamente recorre mi espalda haciéndome temblar, sintiendo el final del latido que baja, justo ahí, y todo en frente de ellos…
Como puedo me zafo dando un paso adelante.
-¿Cómo que en el sur? -creo que tartamudeo, y sé que toda la gama de rojos ha invadido mi cara-, y en una semana. ¡¡Yo trabajo!!
-Tienes días de vacaciones acumulados, y otra cosa al parecer también -habla como si lo supiera todo el h.d.p, y como me molesta mi lengua me defiende hasta de pensar.
-Tenía -gruño entre dientes. Y por supuesto quién más que ella no se puede guardar el chillido.
-¡No! ¿Otra vez con Roberto?
Mi cara lo debe decir todo, porque hasta se tapa la boca con la mano, y es Costabal quien salva la situación.
-Bueno, entonces, pides unos días libres, se van la otra semana, hacen las charlas con el curita y nosotros llegamos el viernes, justo antes del bautismo.
-¿Nos vamos? -me giro apuntando al huaso, que no sé por qué me mira con tan mala cara.
-Se me olvida que desde abajo no se escucha tan bien. Sí, nos vamos.
-Pero… pero ningún cura va hacer una cosa así de rápido, y además tú… tú eres ateo -lo acuso incluso con el dedo.
Dos manos fuertes me aprietan los hombres, porque no es suave y me giran hasta quedar frente a ese torso duro y ancho que algo produce en mí.
-El cura es nuestro tío, así que por supuesto que lo hará.
-¡Uff! ¡Por eso la iglesia está como está! -bufo.
-¿Qué tiene de malo la iglesia? -ladra el huaso dando un paso adelante.
-Nada, nada -interviene Beatriz, nerviosa-, es solo que Fran debe asimilar la noticia, eso es todo. Qué tal si se van a sentar y nosotras terminamos de preparar todo.
Costabal, atinado que es algunas veces (aunque pocas) coge por los hombros a pedro y obedientes salen de la cocina, y antes de que se cierre la puerta el primer dardo.
-¡Cómo pudiste acostarte con Roberto! ¡ Está casado! ¿Qué tienes en la cabeza?
-Te puedes callar -trato de silenciarla, pero nada, el ruido que mete con las ollas se escucha hasta en la China.
-Es que no entiendo hasta cuando te arrastras ante Roberto, no sé quién es más desgraciado, si tú por idiota o el por engañar a su mujer, y te lo digo con respeto.
Asiento, sé que es verdad pero el sexo con Roberto para mi es más, quisiera quedarme en su pecho para siempre sin pensar que yo lo jodí todo por cobarde.
-Soy una desgraciada, Beatriz, lo tengo claro, pero cuando lo necesito el viene, y no precisamente para conversar.
-Qué, y encima me lo dices así -achina los ojos-, si Mauricio me hiciera eso yo…
-Por favor, Beatriz, no digas estupideces, Mauricio muere por ti, y… además tú siempre has tenido todo lo que has querido. Ningún hombre se te ha negado jamás. ¡Tú eres linda!
-Por favor dime que te pegaste  con un palo en la cabeza, o que el sol estaba muy fuerte por eso estás hablando estupideces -me dice muy sorprendida.
La agarro del brazo, porque no la tomo, y la llevo hasta el refrigerador de espejo, ambas nos miramos el reflejo.
-Eres preciosa, desenvuelta, segura y arriesgada, en cambio yo…
-No -niega con la cabeza-, no puedo creer lo que estoy escuchando, no de ti, Francisca, eres capaz de hacer convocatorias con cientos de mujeres, eres la mejor vendedora de tu empresa, fuiste la reina de la universidad, ¿y me estás queriendo decir que eres fea?
-La verdad, Bea, ¿tú me ves?
-¡Te estoy viendo! -exclama alzando la cuchara de palo, creo que las hormonas le están jugando una mala pasada.
-Entonces necesitas lentes -respondo-. Y antes de que me digas algo te lo voy a explicar, sí, puedo organizar marchas porque tengo convicción y creo en lo que digo, soy la mejor vendedora porque vendo algo que es real, pero yo, dime, ¿yo soy real?
-Fantasma no eres, o sino estaría loca.
Niego con la cabeza y la tomo de las manos, no sé porque siendo Bea la más dispersa de todas termino contándole todo a ella.
-Miento, Bea, esa es la verdad, me miento a mi misma, quiero tratar de ser una mujer resuelta pero en realidad soy cobarde, yo dejé a Roberto y no hay día que no me arrepienta, odio a las mujeres que dañan a otras, y yo -me rio con amargura-, le estoy haciendo lo mismo a Camila, y… y no me siento culpable. Es más, cada vez que grito que todas somos hermosas siento que me quemo un poco por dentro, yo…, yo no me siento hermosa y cuando Roberto me dice que le gustaría que tuviera más delantera le digo que soy feliz con lo que tengo,¡ cuando es mentira!
Solo me da un abrazo, y en realidad es lo único que necesito en este momento, eso, y un pañuelo para secarle los mocos, pero en este momento no me importa.
Con tanto chillido Mauricio entra y al ver la escena corre desencajado hasta donde está su mujer, sin antes preguntarle la revisa, y cuando está seguro que está totalmente entera le pregunta si se encuentra bien.
Amor…
Dulzura…
Me enternece, y así ambos salen del lugar, pero no todo puede ser tan perfecto, al girarme en la puerta está Pedro.
-Así que anoche te quitaste las ganas de estar conmigo con otro -no sé si me lo está reprochando o preguntando.
Lo ignoro, pero vuelve a la pelea.
-Deberías hacer algo bueno por la humanidad.
-Sí, cómo qué, ¿darte la pasada? -me mofo.
-No, esterilizarte para que no hubieran más como tú.
Simplemente paso por su lado y le doy un empujón, que aunque no lo mueve, lo nota. Por hoy, no puedo más, y si él supiera mi verdad, menos me consideraría.
Durante un par de horas disfrutamos de la comida planeando lo que será el gran bautizo, es extraño ver como a Mauricio se le iluminan los ojos cuando habla del campo, podría imaginar a este hombre en muchas partes, ¿pero en el campo? Y bueno,  aunque no quiera reconocerlo, la forma en que ese huaso habla de su tierra es simplemente maravilloso, si hasta parece que estuviera  hablándonos cosas de otro país, porque los parajes que describe no los he visto en mi vida, y eso que me gusta el sur.
De pronto mi celular suena avisándome que tengo un mensaje. Cuando lo leo me quedo estupefacta, las manos me tiemblan y no creo lo que veo.
-¿Está todo bien? -quiere saber Beatriz.
-Sí, sí-miento-. Es algo de trabajo, tengo que irme ahora.
-¿Te llevo? -pregunta solicito el marido del año.
-No, no, me voy en taxi -digo al tiempo que tomo mi bolso, y le doy un beso a mis chicas, tengo que irme ¡ya!
Cuando llego a la calle no pasa ningún taxi, ¡maldición! Justo cuando lo necesito, hasta que frente a mí una gran camioneta se detiene, baja el vidrio y…, no puede ser nadie más que él.
Resoplo.
-¿Qué parte de eres un idiota, un cretino y no quiero verte no has entendido?
-La parte que dice que no tienes como irte -me responde con fanfarronería, y yo…me subo.


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26 comentarios:

  1. Me encanta, esta historia va a estar demasiado buena, gracias

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  2. nooooooooo..... quiero seguir leyendo!!!!!

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    1. muchas gracias por leer y comentar!!! ya sabrán un poco más!!!

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  3. Buenísima... Estoy deseando comprarme el.libro de costabal, solo un comentario el fondo negro y letras negras me deja viendo doble ... Me enxnatan tus historias, ansiosa por el otro capítulo

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    1. cuando quieras!!! como fondo negro y letras negras ?

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    2. Jajajajajajaja era fondo negro, letras blancas

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Noooo! Que pasó??!!! Pucha Conti, quedé metida!

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  6. Diooooos .... Por qué no lo había leído antes... Desde hace ya mucho que quería que Fran tuviera su propia historia... Me encanta.... Saludos Conti

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    1. jajaja fran se las trae, estoy segura nos dará sorpresas!!!!

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  7. Caro!!! Buenísimo y entretenido capítulo!!! Gracias por tus historias, me encantan!!!

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    1. gracias veci !!!!!!!!!! y es del sur, capaz y sea vecino tuyo !!!

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  8. No nos tortures con la espera! 🙇🙇🙇

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  9. Me ha encantado, ya quiero seguir leyendo que llegue pronto el proxpró capitulo

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  10. Huuuau está genial ya quiero que siga este libro, para cuándo el otro capítulo?

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  11. Hola, cuando subiras el siguiente capítulo? Estoy ansiosa para saber lo que pasó 😫😫😫

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  12. Me encantó, ya quiero saber más de estos dos ��

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