miércoles, 6 de febrero de 2019

Y tú... ¿Quién crees que eres?, cap III



CAPITULO 3


Lo odio con toda mi alma, pero tengo que reconocer que al menos me está llevando a mi casa, y en tiempo record, lo que sí, mi cabeza no para y esta vez no sé cómo salir de la situación, si fuera yo…, bueno si fuera yo le daría una buena cachetada o… algo peor.
-Te vas a quedar sin uñas.
-Y a ti qué te importa lo que yo haga -ladro mirándolo, aunque tiene razón.
-No me importa, te puedes quedar sin dedos también, pero da la casualidad que el vehículo es mío, y todos tus…, pedacitos están quedando ahí -señala el pisa pies.
-Te doy el dinero del lavado y problema solucionado.
-No –dice girándose, y en un acto que no espero con su mano agarra la mía y la aprieta delicadamente, quitándomela de la boca-. ¿Estás segura que quieres que te lleve a tu casa? -no sé si pregunta o demanda, porque su tono es neutral, incluso de reproche.
-Soy lo bastante grande para asumir los problemas de frente.
-Mmm.
-Mmm, ¿qué? ¿No me crees? -me defiendo, pero no sé por qué no le quito la mano, me gusta su calidez.
-Nada, solo un pensamiento.
-Lárgalo -lo apremio.
-Si tú eres la otra, y el tal Roberto deja a su esposa para acostarse contigo, no es que tengas suerte, solo has ganado la batalla, pero déjame decirte que te quedaste con el traidor.
-¡Qué! -chillo soltándole la mano-. ¿Quién te crees para decirme una cosa así?, ¡qué sabes, tú!
-El hombre que te diga que duerme en el sillón porque está enojado con su mujer, te miente, y solo se quita las ganas contigo, es más, seguro a ti te folla y a ella le hace el amor -dictamina como si fuera un experto en la materia.
-Te equivocas, hace afuera lo que no le dan n casa.
-No sé si eres una pendeja o una tonta.
-Deja de insultarme.
-No lo hago, te hablo con la verdad, creo que tú eres del tipo de persona que nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
-No soy un rollo de confort.
-Si entras al baño y no tienes confort es simplemente porque eres idiota.
-¡Se acabó! -me exaspero, este hombre tiene una capacidad innata para sacarme de mis casillas-. No sé en qué momento pasaste de analizar mi vida a compararme con el papel higiénico, pero si te faltan los siete mil pesos -digo abriendo mi cartera-,  yo te los puedo dar.
-Me sobran, chiquitita, creo que a ti te harán más falta que a mí.
-Imbécil.
-Bájate.
-¡¿Qué?!
-Lo que oíste -habla deteniendo el auto-, sal y gasta tu dinero en taxi.
Lo fulmino con la mirada, me guardo todos los improperios que tengo ganas de lanzarle, no le voy a dar en el gusto.
 Lo más digno que puedo me bajo de la maldita camioneta, y como es tan alta debo dar un salto, no sin antes escuchar “No te vayas a caer”
<<Idiota, imbécil, hijo de su madre… >>,  es todo lo que se me ocurre, y me encantaría que pudiera leer la mente para que supiera lo que pienso.
Ni siquiera lo veo, solo empiezo a caminar a pasos agigantados pensando en qué cresta va a pasar. Y varios minutos después cuando estoy a punto de llegar, la veo.
Camila está muy de brazos cruzados esperándome en la puerta del edificio, automáticamente mis piernas ralentizan su andar.
Soy una cobarde.
Lo asumo.
Lo acepto.
-Gracias por venir -me dice ella sin expresión alguna, tengo ganas de responderle que ella me llamó, y que aquí vivo, pero me aguanto.
-¿Quieres subir a mi departamento? –le pregunto todo lo educada que puedo ser en una situación como esta…
-La verdad es que no me gustaría estar en el mismo lugar en que mi marido se acuesta contigo.
Listo, primera puñalada, directa y clara.
-No quiero escándalos aquí abajo en el edificio.
Ella solo sonríe dulcemente, y debo reconocer que la cabra chica es preciosa, ¿será el yoga bikram ¿tanto que hace?
-Esa no es mi intención, ¿te parece vamos a un café?
Sin responder a eso paso por su lado y caminamos en silencio hasta llegar a una cafetería que está muy cerca, nos sentamos alejadas del resto de la gente y solo después de que ambas pedimos dos aguas, comienzo a hablar.
-No me voy a disculpar por algo que no siento -es lo primero que le digo.
-No quiero que te disculpes, no serías tú.
-Entonces, ¿a qué has venido, Camila, no entiendo?
Ella suspira, no lastimosamente, sino como si así aspirara el aire de la tranquilidad, yo hago lo mismo, y más profundo, pero como que en mí no causa el mismo efecto, hasta se me acelera el corazón.
-No soy tu enemiga, tampoco tu amiga, y aunque no lo creas, entiendo tu posición, Francisca, hoy que no tienes Roberto o que sientes que se ha ido crees que lo necesitas.
-Escúchame una cosa, Camila…
-No -niega con la misma calma-, una mujer que no tiene amor propio, ¿a qué amor quiere aspirar?
-Pero tú quién te crees, pendeja -la insulto parándome.
-Nadie importante, solo quiero que entiendas que el minuto de ustedes ya pasó, no porque yo sea más importante, o porque tú no lo seas, es simplemente cuestión de tiempo y avanzar en la vida. Ambos tomaron caminos diferentes, tú no quisiste ir más allá, y bueno, Roberto siempre quiso más, y lo único que están haciendo hoy es hacerse daño mutuamente.
-No voy a tener esta conversación contigo.
-Solo te pido que si vas a jugártela por él, lo hagas, pero de verdad, no dejando las cosas inconclusas, y si no es así, no lo hagas sufrir y déjalo ser feliz.
-A ti querrás decir, que te deje a ti ser feliz.
-En eso te equivocas, Francisca, tengo las cosas claras y mi posición también, no soy yo quien debe tomar una decisión-dice levantándose-, pero recuerda, que para un hombre la amante perfecta es la que le da compañía en el amor y el morbo, pero sin exigir compromiso, es la que se entrega y acepta no llevar una relación en público, hasta que él por fin se decida a dejar a su malvada mujer, cosa que él dice que quiere hacer, pero no puede. Por eso es que como mujer te digo, respétate y serás feliz.
Ante eso me quedo con la boca abierta, ¿qué le voy a decir? La veo alejarse y de inmediato aparece la imagen de Roberto, y sí, la pendeja al final tiene razón. Soy yo la que no me respeto, pero es que…
<<¡Roberto me puede!>>,pienso agarrándome la cabeza derrotada, hasta que de pronto suena mi celular, y quien es…
¡¡El rey de Roma!!
-Fran, anoche fue…
-Anoche nada, olvídalo, nunca más va a pasar, ni te imaginas con quien acabo de estar. -Por el otro lado el muy imbécil se ríe.
 -Francisca, cuánto tiempo pensarás así, una semana, un mes. Te veo luego.
-¡Qué! ¿Acaso no me escuchaste? -chillo, pero ya es tarde, me corta el teléfono y me quedo como estatua mirando el aparatito.
Esto no me puede estar pasando a mí. Me voy hasta mi departamento y lo primero que siento es su olor. Abro las ventanas, saco las sábanas y oreo, incluso rocío perfume. ¡Y del de verdad!
Es duro aceptar la verdad, pero,¿ quiero ser amante? ¿Quiero esconderme? Pero tampoco puedo luchar por algo que ya sucedió.
Así me quedo pensando hasta que suena la puerta. ¡C.s.m! Mi corazón se acelera tanto que casi me mareo, mis pierna no se quieren mover pero el sonido sigue invadiéndome.
Casi como una autómata abro,  mis ojos se agrandan de asombro, incluso no puedo ni siquiera hablar.
-¿Esperabas a otra persona? -bromea con una risa tonta, y como si eso no fuera suficiente me mira con descaro, cada vez más ceñudo. Me sonrojo ante su escrutinio, e intento en vano salir de mi estupor, porque obvio, el vuelve a hablar:
-¿No me invitas a pasar? -pregunta colocando su gran brazo sobre mi cabeza-, ¿tan mal educada eres?
-Tú…tú, qué haces aquí.
-Si respondieras el teléfono no tendría que haber venido -responde como si nada, y como si nada también entra y se sienta como si estuviera en su casa,¡ y es la mía!!
-No me ofrecerás nada para beber -cuestiona con esa sonrisa de medio lado.
-¡No! Y dime qué es lo que haces aquí -pregunto absolutamente contrariada, y animalada ante su presencia.
-Tenemos que ponernos de acuerdo sobre Sofía.
-Sofía, ¿qué tiene que ver Sofía aquí?
-Realmente eres…
-¡El bautizo! -suelto acordándome de todo, volviendo a la realidad del momento.
-¿Debo aplaudirte?
-Mira -lo paro en seco-, tengo algunas cosas en la cabeza, y lo del bautismo me cayó como balde de agua fría,  no creo en un ser supremo ni nada, y estoy segura que tu primito tampoco, así que perdóname si te digo que esto es solo un show, y no me cabe duda que orquestado por ti.
-Como siempre, ustedes y su moda -suspira-, las feministas como tu creen que todo es orquestado.
-¿Perdón? -me pongo las manos en la cintura-, ¿qué serían las mujeres como yo?
Él se pone de pie y por supuesto ahora me hace mirarlo hacia arriba, pero no me amilano ni un poco y le suelto, o mejor dicho le ladro:
-Ante todo, ignorante, el feminismo está lejos de ser una moda, y detrás de cada mujer feminista como yo hay peleas familiares, discusiones con amigos y perdida de algunos, estigmas, insultos y mucho más, pero nos mantenemos firmes porque creemos que este es el camino correcto para que cada mujer tenga igualdad, no queremos aplastar a los hombres, queremos ser iguales. ¿Te queda claro o te lo dibujo?
-Y este discursillo es aprendido, ¿lo recitan todas?
Juro por el que no creo que necesito pegarle, no soy violenta, pero tal vez un remezoncito en su cabeza les activa las neuronas, claro, si es que tiene.
Y como si mi mano tuviera vida propia se alza, pero claro, el huaso bruto que tengo en frente toma mi mano y me mira más que enojado, y yo, me defiendo.
-Repito el discurso igual como tú repites de memoria el Padre Nuestro y te golpeas el pecho luego de cada pecado, que además después seguro vuelves a repetir.
Ahora sí que se enfurece, acerca su cara para susurrar muy cerca de mis labios, incluso puedo sentir su cálido aliento que envuelve todo en una especie de nebulosa.
-No blasfemes.
-Yo -comienzo parándome en puntillas para quedar casi a su altura-, no blasfemo, digo la verdad.
Y justo en ese momento en que estamos a punto de algo más y no sé qué exactamente, la puerta de mi departamento se abre y escucho:
-¿Qué mierda está pasando aquí? ¿Y quién es el imbécil, tu jueguito de turno?
No hablo, no puedo, y es el cavernícola que responde:
-Me vuelves a insultar y el problema lo arreglamos afuera.
Con la mano temblorosa toco su hombro, no quiero problemas; Roberto tiene los ojos rojos de cólera, y cuando me mira su gesto es aún más huraño y sin importarle nada sisea:
-Dime, ¿quién es este imbécil?
Listo, el guante tirado, Pedro se abalanza sobre Ricardo y lo toma por la solapa.
-Vasta, paren, quiero que se vayan los dos, ¿qué son? ¿Animales?
Ambos me miran, pero no se sueltan, el silencio es tenso, no lo soporto.
-Vaya, Francisca, cómo lo defiendes, que tierno.
-Lo hago porque estás hablando sin saber.
-Lo dudo, conozco como eres, y sobre todo se cómo eres cuando tienes rabia, ¿sexo animal para no pensar? ¿O tierno para sentirte protegida?
-¡Qué estás diciendo! -grito fuera de mí-. Entre nosotros no ha sucedido nada.
-¿Segura? -pregunta en un tono que me desconcierta, y ahora sí que la tensión se puede cortar con tijera.
-Es mejor que te vayas -comienza Pedro a hablar con voz ronca y amenazante.
-Oh, perdón, quieren seguir tirando.
No sé cómo ni en qué momento pero veo pasar el puño de Pedro que se incrusta justa en el de Roberto, por supuesto él no se queda tranquilo y responde con la misma violencia. Odio lo que está sucediendo, eso sin contar con que mis cosas están siendo trizadas sin contemplación. Cuan heroína que no soy y en un acto irresponsable me meto entre ambos y es la mano de Ricardo la que se estrella sin querer en mi pómulo. Cuando creo que Pedro le va a responder, hace todo lo contrario, me toma por ambos brazos y me protege con su cuerpo.
-Ahora -gruñe-, sal de esta casa inmediatamente.
-Jamás pensé que fueras una cualquiera, a pesar de todo pensé que tenías corazón -suelta en una carcajada furiosa, sin siquiera disculparse por lo que acaba de suceder. Sin un ápice de culpa.
-No puedes pensar así de mí, nos conocemos hace muchos años, no puedes...
Pedro me mira y solo hace que me centre en él, a mí la angustia me puede, hace que me falte el aire, el hombre que quiero acaba de humillarme, las lágrimas salen a borbotones por mis ojos cuando siento como la puerta se cierra de un portazo.
-Tranquila, Francisca.
-No puedo… no puedo dejar que crea que hay algo entre nosotros…  ¿ves lo que piensa de mí?
-Sí… -responde preocupado, pero intenta hacerme sonreír-, y no te he tocado ni un pelo.
Niego con la cabeza, pero ni media sonrisa me sale, parece como que el huaso me lee los pensamientos.
-Un hombre que quiere de verdad jamás te tendría como amante.
-Yo lo impulsé a esto.
El niega con la cabeza.
-Solo está jugando contigo, si no jamás se hubiera casado, no te respeta a ti ni su mujer, y tú…
-Camila me dijo lo mismo.
-¿Quién?
Como no entiende le hago un resumen de lo ocurrido en la mañana y tiene la delicadeza de solo abrazarme y es… extraño.
-Ahora ya no tienes excusa para no tomarte unos días de vacaciones y venirte conmigo al sur.
-¿Cómo?
Sin decir nada, y como si conociera mi departamento me lleva al baño, cuando me miro al espejo entiendo todo.
Me parezco a Rocky Balboa, y cuando me toco, Pedro gruñe.
Y no sé porque de pronto me mareo y me dan unas ganas enormes de vomitar…
Dos días después llega el día en que me voy al campo, e igual como dicen “Los Prisioneros” con lo romántica que soy tomo un tren al sur.
No he visto a ninguna de mis amigas, ni he respondido lo cientos de llamados de Roberto, y no estoy exagerando ni un poco. Solo les dije que viajaría a los preparativos, y cuando Bea quiso venir le dije que estaba muy enojada para verla, que todo lo hacía por Sofía. Incluso le pedí al cromañón que por supuesto volvió a ser el de siempre que no dijera nada, que sería la mejor madrina y él el mejor padrino del mundo mundial.
Pero cuando me duermo antes de salir de Santiago un calor invade mi cuerpo, ardor, excitación y un cosquilleo incontrolable recorre mis piernas, se lo que va a venir, sexo salvaje del que me gusta, pero de pronto cuando siento sus manos recorrer mis muslos veo su cara.
¿Pedro García Huidobro ? ¡¡Él !!
Chillo su nombre y el señor mayor que está a mi lado me mira con mala cara, y yo… solo me puedo disculpar.
Cuando soy capaz de poner en orden mis ideas una lagrima cae, soy una tonta, quería que fuera Roberto. Y ahora sí que tardo horas en volver a dormir.
¿Quién se cree este huaso que es para meterse en mis sueños?, ¡¡y eróticos!!
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7 comentarios:

  1. Como siempre muy muy bueno ���� Me encanta ese huaso ��

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  2. 😍😍😍 Cuando el próximo capítulo?

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  3. Me ha encantado, espero con ancias el próximo capítulo 😊😊😊

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  4. Qué se nos viene en el suuuuuuuurrrrrr, como que va a haber mucho movimiento...
    Como siempre Conti, me dejas con ganas de más, ya esperando el próximo relato 😉

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  5. Como siempre genial, este huaso se las trae y Francisca tan feminista y dejándose utilizar de un hombre, no la entiendo de verdad, gracias

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  6. Se va poniendo bueno, conti estoy loca por leer el siguiente capítulo ❤️

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  7. Para cuando el otro capitulo ��

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