Relato erótico Inédito. |
A estas alturas no tiene sentido
seguir engañándome, menos cuando llevo más de quince minutos vestida como una
verdadera “Dominatriz” esperando a que por esa puerta entre el hombre que va a
cumplir mis más oscuras fantasías. Y no solo oscuras, si no que vergonzosas
también.
¿Quién iba a pensar? que alguna vez
que yo: mujer adulta, madre de dos niños y a mis treinta y tantos años me iba a
decir a hacer algo así.
Bueno, sí, tengo que culpar a
alguien, toda la responsabilidad es del señor Grey, y de mis amigas locas que
hablan del tema como si fuera algo de lo más normal, ¡y no!, no lo es. Es más,
cuando le esbocé a Carlos, mi marido la idea de hacer algo nuevo me miró con
una cara que aún no puedo olvidar, y claro, con eso, todas mis ideas se fueron
al tacho de la basura. Pero el Pepe grillo que tengo en mi cabeza ronroneó
tanto que aquí estoy pagando por mi fantasía de película.
De pronto suena la puerta y sé que
tengo que arrodillarme, al menos así decían las reglas del grupo “Master Sado”
al que me inscribí para hacer esto posible. (Seré idiota…no, fantasiosa)
Milésimas de segundos después sí que
me siento en el papel. Escucho cerrar la puerta y empiezo a sentir un hormigueo
por todas partes.
-“Muy bien, perra” -dice el hombre,
y aunque mi primera reacción es cantarle unas cuantas, me aguanto porque se
supone que estoy dentro de un papel. (Uno que yo misma me pagué)
Estoy completamente desnuda, salvo por
unas medias negras de liguero y por un antifaz que no me deja ver nada, y a
decir verdad, lo prefiero, porque así en vez de ver al sujeto que de seguro no
es de mi gusto, me puedo imaginar que es mi tan amado señor Grey.
Aunque no lo puedo ver, sí puedo
sentir su mirada observándome. Y lo poco que me habla son palabras que expresan
únicamente órdenes.
Noto como con suavidad me guía hasta
la cama, y con una habilidad digna de admirar en un dos por tres ya estoy atada
en forma de X.
Aún no me toca ni un pelo, pero no
por eso no siento su energía, cosa que me estimula, y me… calienta.
Toda esta situación me provoca morbo
y excitación, incluso un calor entre mis piernas que vienen acompañado de palpitaciones.
De hecho, mientras más me habla rudo, más me excita.
Cuando me da la primera palmada
cruda y certera en un muslo, siento como si hubiera sido justo ahí, ¡¡y es solo
la pierna!!
-No te muevas -expresa con todo el
formalismo que se puede tener en este momento, y es así como le da paso a la
tortura. Nada de plumas como yo imaginé, si no que pasa sobre mi piel un tipo
de rueda con puntas cargándolas más en algunas partes mientras se deleita
apretando mis pezones. Cosa que no deja de fascinarme. Lo que no me esperé ni
en un millón de años es que de un solo saz me quite la venda, ¡y Dios!
Metro ochenta de cuerpo vestido con pantalones
de cuero negro y una sudadera de igual color me devoran. Ni siquiera pierde las
formas cuando se da cuenta de mi asombro, ni media sonrisa se le asoma, y su
voz sale tan pausada como si esto fuera de lo más normal.
Después de casi diez minutos tocándome
por todas partes siento que voy a estallar en cualquier momento, incluso me ha
dado de probar mi propio sabor, y yo, cuan perra como me llama él no solo lo he
probado, si no que he succionado hasta el fondo.
Estoy agotada de tantas sensaciones,
y mis muñecas sufren las consecuencias, quiero, no, necesito más. Vine aquí
para vivir una experiencia nueva, y eso es lo que quiero hacer, ¡Ahora ya!
Estamos casi por cumplir el tiempo,
y nada que hemos….eh, ¿cómo decirlo? ¿Tirado? ¿Follado?, ¿Culiado?
De pronto y sin yo esperarlo, como
la pantera elegante que es me desata, claramente se me desencaja la mandíbula,
pero no soy capaz de decir ni “mu”
Solo lo veo caminar hacia su mochila
y mientras me da la espalda dice:
-Quiero que te masturbes, de hecho,
es una orden -indica entregándome un aparatito largo que más parece una bala
que un pene de esos que he mirado.
-¡Ahora!
-No fui lo suficientemente claro,
perra.
-Sí, sí -respondo volviendo al
papel, supongo que la “sesión” por decirlo de alguna manera no ha terminado. Así
que olvido de todo y de todos. Casi corro a recibir el aparatito y con una
sonrisa pícara lo acepto. Un cosquilleo empieza a nacer entre mis piernas, es
más, hasta mi corazón late frenéticamente.
-No dejes nunca de mirarme -me
ordena sentándose en frente al tiempo que cruza la pierna.
Me siento sobre la cama, me quito el
pelo de la cara, me muerdo el labio para que no denote que estoy tiritando.
Abro los muslos y le doy On al aparatito que empieza a vibrar. Acaricio mi
vulva suavemente, pero no es suficiente, quiero sentirlo más. Estoy tan húmeda
que solo se resbala hasta esa cavidad que únicamente un miembro vivo ha
entrado.
A pesar de lo lista que estoy, sé
que me va a costar llegar al final. ¡Me está mirando! Y a pesar de que soy solo
yo la que se toca siento que él está desnudando más que mi cuerpo, todas las
emociones, y sensaciones que tengo.
Hasta que en un pis pas me centro en
mi placer, imagino mis mejores momentos y comienzo a perder el control, el nudo
en mi estómago desaparece para dar paso a unas pequeñas contracciones. La
sensación es una mezcla de sufrimiento y éxtasis.
Con una mano manejo el aparatito y con la otra
me toco los senos.
Por un instante pienso en que él,
debe estar aburriéndose, después de todo está más que acostumbrado a hacer
esto, pero lo desecho rápidamente, no se trata de él, se trata de mí, y de mi
propio placer.
Me acerco y me alego del orgasmo
muchas veces, cada vez que siento que voy a llegar a la meta algo me distrae.
Hasta que algo en mi mente me hace quedar en blanco… ¡a la mierda el mundo!
Abro más las piernas, mi clítoris queda completamente expuesto. Acelero el motorcito,
y suspiro de goce al sentir esa magia.
Mi corazón, mi respiración se
aceleran. Cierro los ojos por un momento, y cuando los vuelvo abrir noto como
me está mirando de una forma muy particular. No es solo un espectador, está gozando
con mi placer, su mirada es penetrante inyectándome más morbo, estimulando mi
modo exhibicionista.
Espero un poco para aumentar la
sensación, aguanto la respiración hasta
que mis piernas tiemblan. ¡Estoy a punto de cortar el lazo! Mi cuerpo se tensa,
se rigidiza, hasta que…mierda, estoy a punto ¡y…ya!
Al notar el primer temblor, mi
cabeza mira hacia el techo, y sin pudor alguno gimo y grito de auténtico
placer. Cierro las piernas para que la sensación no me abandone tan pronto. Lo
meto y lo saco aún más rápido, y así, toda la tensión se va, voto cada gota de
mi energía con cada espasmo incontrolado. ¡Me encanta!
Vuelvo a la realidad de golpe cuando
me doy cuenta que no estoy sola sino que
con él, el hombre que pagué para mi placer.
-¡Dios! ¡Esto fue increíble!-
Exclamo riendo como una tonta, seguro con cara de post orgasmo.
-Espero que mis servicios hayan
valido la pena -suelta naturalmente, como si masturbarme delante de alguien
fuera lo más normal.
Sin mucho más que decir, me levanto
y voy por mi blusa, él se pone una chaqueta y ya está listo para irse. Cuando
le voy a pagar me mira y con esa voz ronca pronuncia.
-No te preocupes, esto para mi fue
un placer. Al más puro estilo del sexo casual personal…
Y así me quedo, pensando en lo que
me dijo. Segundos después pienso en todo lo que acaba de suceder, al principio
me sonrojo, incluso risitas tontas brotan de mi boca, hasta que en realidad
pienso que esto ha sido solo por mí, y lo mejor de todo hecho para mí.
Sí, soy una mujer sensual, sexual, y sin miedo
a sentir. Siento que me he dado a luz a mí misma. Y mientras lo pienso no puedo
quitar de mi mente la imagen de mi mano entrando y saliendo. Sin duda, esta
será una tarde inolvidable, para el recuerdo, en donde entré esperando ser la prota
de mi peli favorita, y ahora salgo empoderada de mi propio cuerpo, y mi placer.
¿Y ahora me pregunto?
¡Cómo mierda no se me ocurrió antes!
Claramente, hoy…la cena quedará más
rica que nunca...
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